martes, 18 de diciembre de 2012

Un corte para ti

Se supone que debería ser la persona más importante para mí, o al menos de las más importantes. Debería ser la persona a la que acudiese cuando todo va mal, cuando estoy triste, cuando necesito a alguien. Debería poder confiar en ella.

Pero pienso en ello y la imagen que me viene a la cabeza es una escena bien distinta. Y tiene lágrimas y un abrazo que no es el suyo. Y palabras susurradas al oído diciéndome que no pasa nada, que no soy mala...

Pero la odio. Y sé que no debería odiarla.

En cierta forma la quiero, claro. Todo lo que se puede querer a alguien por mera imposición. Lamentaría si le pasase algo, no me gustaría que se preocupase... Pero eso son sólo sentimientos impuestos.

La verdad es algo mucho más visceral. Es la presión que siento en el estómago cada vez que pienso en ella y lo primero que recuerdo son los gritos, los insultos. 

Pasar catorce horas fuera de casa, estudiando, y no querer volver.

Aunque no lo parezca, cansa. Cansa que siempre te cuestionen, que asuman que siempre mientes. Que den por hecho que nada de lo que haces es genuino, sino que todo tiene una segunda intención oculta y una moral cuestionable. Que tras todo este tiempo, nunca confíen en ti.

Cansa y quema, y alimenta el odio. Y aunque pase el tiempo, no logro dejar de sentirlo. Pero ya no sólo la odio a ella; ahora también me odio a mí. 

Por no ser suficiente, por nunca haberlo sido. Por no ser capaz de hacer las cosas bien a la primera. Por no ser agradecida. Por ser una caprichosa. Por ser tan imbécil. Por ser una cría. Por creerme mejor que nadie; más lista que nadie; por creer que sé más que nadie. Por no pensar en nadie. Por ser tan egoísta. Por no saber perder. Por ser una egocéntrica. Por no preocuparme por los demás. Por ser tan distraída, tan torpe, tan descuidada. Por ser tan vaga. Por ser tan poco cuidadosa. Por ser tan inmadura. Por mentir más que hablo.

Aún no sé quién merece menos a quién...


domingo, 16 de diciembre de 2012

Agua

What the hell have you ever done
to think you deserve love?


Nunca le gustó el futuro.

  Mucho después de que todos los cuentos de hadas hubiesen acabado, ella seguía encerrada en la torre sin puertas, asomando tímidamente su rostro por la ventana, en busca de los rayos de sol, aunque sólo llegase a ella la luz de una luna oscura.

  Hacía mucho que ya no veía a la bruja mala, y llegó a sospechar que había muerto intentando luchar contra el tiempo, pero no podía ser. ¿Quién iba a perseguirlos entonces a ella y a su amado cuando escapasen?
  Porque estaba segura de que él llegaría. Al principio esperaba que fuese un príncipe, pero hacía mucho que todos los príncipes habían desaparecido. Con el tiempo se dio cuenta de que eso era lo de menos, que podría querer a aquel que la rescatase aunque fuese un don nadie... Y sin embargo, tampoco ningún "don nadie" había acudido a su llamada.

Así, con el paso de los años, en torno a su alta torre los jardines habían crecido sin control, arrasando con todo. Las zarzas y enredaderas trepaban por los muros y cubrían el suelo con una maleza de aspecto amenazante. Si alguna vez ella pensó en abandonar la torre sola, aquella idea había desaparecido consumida por el miedo a lo que pudiese esperarla abajo...

  Lo que había abajo.
  Cada vez le resultaba más difícil recordar qué había más allá de sus propias fronteras, y las imágenes borrosas se mezclaban en su cabeza. Recordar, eso era lo más duro de vivir en el pasado.
  A veces, mientras intentaba dormir en su inmesa cama vacía, llegaba a ella un olor que no era de allí -olor a gente, a alcohol-, un sonido que no pertenecía. La música, casi había olvidado cómo sonaban los violines guiando sus pasos bajo la luz anaranjada de las tabernas, cómo se movía su cuerpo sin pensarlo, sin sentir nada más que aquellos acordes celtas... Y entonces, inevitablemente, venían a su cabeza las miradas. Miradas de hombres ensimismados, de mujeres recelosas. Miradas que más de una vez siguió, entre risas, hasta sitios demasiado oscuros, demasiado sucios. Pero tarde o temprano, las miradas siempre desaparecían.

  Y quizá fuese eso lo que ella esperaba. Una mirada para siempre. Una de verdad, no como las de aquellos hombres para los que su cuerpo significaba sexo... Y tenía miedo de llegar a ver esa mirada y no saber comprenderla.

  A pesar de todo ella esperaba en su inexpugnable torre, rodeada de amenazante maleza. Alimentándose de olvido, y muriendo de él.



martes, 11 de diciembre de 2012

Y ellos no saben...

Y a mí, que nunca he sido de decir verdades...

Me gustaría volver a volverme loca. Que fuese como antes, cuando enterrábamos juntos la cordura bajo capas de alcohol y falsas depresiones. Armarnos con las más nobles armas que encontremos tiradas entre los portales, y ver cómo la gente se aparta a nuestro paso, mientras en nuestras casas intentan recordar cómo se llamaban aquellos hijos por los que debían preocuparse.
Tildar de hijas de puta a las estrellas, mientras tú entre carcajadas me agarras por el hombro. Me gustaría volver, renacer, sólo para gritarle al suelo que seguimos sobre él, igual de locos, igual de perfectos.

Pero ha pasado tanto tiempo... que ya dudo de si también la locura me ha abandonado.

¿Por qué nos fuimos? ¿Cómo nos perdimos?
Tirábamos los grandes ídolos de piedra, deseando ser los primeros en llegar a la luna, y jamás pensamos en subirnos a sus hombros para estar un paso más cerca del cielo.
Buscábamos las escaleras invisibles que llegaban a los sótanos donde descansaban las cosas muertas, y luchábamos por abrir puertas con susurros, antes de derribarlas a cabezazos.
Hasta que una puerta no se quiso abrir, y ya no supimos a dónde ir. Fuimos como olas que no conocían la dirección de la corriente, y tuvimos que huir del mar, escapar de los peces.

Quiero volver a reír hasta quedarme sin aliento, pegarnos hasta apenas poder movernos y entonces arrastrarnos, al encuentro de aquellos abrazos que eran la tempestad después de la calma. Tirarnos del pelo como cachorros, y tu boca buscando la mía. Ese mordisco en la lengua.

Quiero recordar qué se siente cuando dominas el mundo.


Chillar sin motivo, sin razón, porque la hemos perdido entre carcajadas y humo. Burlarnos del mundo, de todos los que nos miran sin comprender lo abrumador que es vivir.
Y de nuevo recordar que seguimos solos y sin alcanzar a la luna, llorar hasta inundar los parques y caer sobre nuestro propio barro, para contemplar en los charcos su reflejo. Darnos cuenta de que jamás estuvimos locos.

Y a mí, que nunca he sido de besos...


miércoles, 21 de noviembre de 2012

Una aguja y un dedal.

Perdí el hilo de mi vida
intentando seguir el tuyo.

Costurera, costurera
¿qué se te ha perdido?
"Una aguja y un dedal".

Pues da tres vueltas y lo encontrarás.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Mermelade

Tienes la actitud, tienes el coraje.
El resto es sólo cuestión de práctica.



Se puede aprender a sonreír; a amar y a odiar.
A sobrevivir aún sabiendo que no lo mereces.
A vivir cargando en la conciencia con todo cuando has aprendido.
Se puede aprender a cambiarlo todo.
A huir y esconderse tan bien que nadie lograría volver a encontrarte jamás.
O a sacarlo todo y dar la cara. A rebelarse contra todo y contra todos.

Pero no dejes que nadie te haga creer jamás que se puede aprender, o se puede olvidar, el cómo ser uno mismo.
No dejes que nadie intente enseñarte la actitud.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Believe me.

Y de nuevo tirados en el suelo,
dándote la mano,
porque el corazón ya lo tienes.

Escuchando alguna canción maravillosa
que hable de algo horrible,
de esa guerra que no es nuestra,
de esa guerra que buscamos.
Una guerra que nos elevará por encima del suelo,
para desafiar la barrera del sonido.


sueñas con el cielo.
Y ambos sabemos que tarde o temprano
me tocará llorar tu cadáver de pájaro.

Yo
sueño con el fuego
pero tú aún no sabes nada del dolor.



Sigamos durmiendo,
sigamos soñando,
sigamos escuchando cada noche
canciones de guerra
y canciones de amor.

Canciones de mentiras
que nunca superarán nuestra realidad.


Búscame bajo la espuma de las olas
y juguemos a asustar al mundo
desde más allá de las sombras que le impiden ver.

Ven.

domingo, 28 de octubre de 2012

Préterito quasipluscuamperfecto.

Ella.
Ella era perfecta. Y perfecta murió.

El tipo de personas que no se junta con la gente como yo. El tipo de persona que te hace entender por qué existen las sonrisas. Ella, era perfecta. Caminaba como si conociese el ritmo que mueve al mundo, con pequeños pasos de bailarina, que nunca se desacompasaba, que siempre sabía lo que venía después. La conocí el día en que el sol se olvidó de salir, cuando ambas buscábamos su brillo escondidas de la lluvia en soportales derruidos. Yo entrecerraba los ojos, mientras buscaba su luz para que me guiase; ella miraba al cielo, lo buscaba como quien mira a un viejo amigo enrabietado, con la paciencia que otorga el saber que pronto se le pasará. Y quizá sólo porque no brillaba el sol la conocí.

Ella era perfecta. Como la melodía de un piano bajo unos dedos guiados sólo por un alma. Era rock and roll y tequila. Una risa irrefrenable que haría renacer cualquier imperio caído. Ella, que nunca mentía, que nunca dejaba conocer la verdad. Que más allá de nuestros torpes pasos, me llevó a las esquinas donde el viento tarareaba canciones que hablaban de decadencia y dolor... Y que semanas después me enseño cómo había hecho al aire recuperar la esperanza.

Era fuego líquido, un desierto de hielo, una fe innegable, una brisa pegada a mis huesos. Era todo eso y era mucho más. Era todo. Para mí. Pluscuamperfecta.


Aún me pregunto si fui yo quien cambió las cosas. 
¿Tan importante sería, como para transformar su melodía? La música de la chica perfecta...
Quizá fui yo quien rompió su compás, como si tras un solo de piano entrase una pandereta en escena.

O puede que el mundo no entienda de perfecciones.
Quizá todo sea en realidad así de cruel.



domingo, 23 de septiembre de 2012

Can you try?

Quizás sea demasiado suponer que sólo por no estar muertos, estamos vivos.

...Yo sólo quería poder soñarlo; ni siquiera tenía que vivirlo. Pero el mundo no funciona así.
Olvidar las sonrisas y pintarse la cara con mentiras. Dejar de confiar.
Sobrevivir.

Supongo que parece más sencillo de lo que es.

jueves, 9 de agosto de 2012

¿Fumas?


Ella se sienta ante el cielo rojizo. Abre el paquete de cigarrillos y hace con el plástico transparente una bola que va a parar al suelo, casi rozando la papelera. Saca un cigarrillo y lo enciende, como ha visto hacer mil veces. Tose una vez. Dos.
«Tampoco es tan difícil».
Espira con fuerza hasta que todo el humo ha salido de su cuerpo. Aspira de nuevo a través del cigarrillo y vuelve a toser; esta vez deja al humo salir lentamente, mientras su brazo, apoyado en las rodillas, adquiere la pose de cansancio de quien ha llevado un peso a la espalda durante mucho tiempo, con la única recompensa de un tenso dolor entre los riñones.
Dos caladas después, el chico sin sombra aparece a su lado.
‒ Pensaba que no fumabas.
‒ No fumo ‒, afirma ella mientras el humo pálido se escapa entre sus labios.
Él se sienta a su lado. Muy cerca. Muy lejos.
‒ ¿Va todo bien?
‒ ¿Sabes? En realidad me gusta tener que venir a clase de nuevo. Es como volver a casa después de mucho tiempo.
Una sonrisa sin sombra que sólo ve de reojo.
Ella le tiende el cigarro, ofreciéndoselo, esperando sólo a que él lo rechace, y cuando lo hace, tira el resto –el cigarrillo apenas estrenado‒ a la acera ante ellos.
‒ Odio el tabaco ‒, dice entre dientes mientras se ensaña en aplastarlo. No es necesario: ambos lo saben.
‒ Vamos a casa ‒, sonríe el chico sin sombra.
Y ella le sigue de nuevo a clase, olvidando sobre la acera un paquete de tabaco apenas abierto.

El chico sin sombra se sienta a su lado. Raro. Por gestos le pide que le deje su antebrazo para escribir algo, y eso lo explica todo.
Ella asiente con la cabeza y le pide el antebrazo a él:
«GRACIAS».
A su derecha, el chico de fuego, el que sí tiene sombra, observa la escena extrañado. Raro.  Y mientras comienza la clase, le pide ver su antebrazo.
‒ ¿Su número de teléfono?
Ella asiente con la cabeza, sin evitar levantar una ceja como muestra de lo obvio de la respuesta.
‒ Creía que ya lo tenías.
Y ella aparta al fin la mirada del profesor, para dirigirla a su derecha.
‒ Por supuesto que lo tenía ‒, aparta la mirada.
Obvio.


viernes, 6 de julio de 2012

Feedback

Simbiosis, pensaba.
Pero no. Soy más como uno de esos peces que en algún momento de su indefinida evolución, decidieron que la forma más sencilla de sobrevivir, era pegarse a la espalda de un tiburón.
En algún momento que aún no logro discernir, que no puedo odiar limpiamente, mi total indiferencia al mundo se transformó de golpe en una insana dependencia.
Y entonces me convertí en un pez.
Pegada a la gran manada, sin pertenecer a ella. Sabiendo que por mucho que intente ponerme ante ellos, hinchar el pecho para parecer más grande, nunca me aproximaré a su tamaño. Sabiendo que no importa lo que haga, porque siempre seré un pez entre tiburones. Sólo una carga a sus espaldas que, de vez en cuando, aparece para eliminar las sobras, para limpiar las asperezas.


Lo juro.
Juro que lo intento.
Que intento ser buena.

...Pero nunca es suficiente.

Porque los tiburones, sólo se preocupan de los tiburones.

sábado, 16 de junio de 2012

Declaración de intenciones.

No siempre digo la verdad, pero nunca miento.

No puedo jurar que me haya ocurrido nada. A veces incluso me cuesta asegurar que sigo con vida. Pero si puedo prometer haberlo sentido todo; haberlo vivido todo.
Aunque sean sensaciones robadas que hice mías, aunque no siempre pueda mostrar las cicatrices a flor de piel.

Para escribir necesito que las cosas salgan solas, a través de mi piel, desgarrándome poco a poco por dentro, para mostrar su duplicado indeleble.

Cuando escribo, nunca cuento mentiras, y apenas narro relatos. Lo único que sé enseñar es la verdad.
Y no hablo de una verdad absoluta, sino de mi verdad. Lo único que nadie me puede negar.

Pero a veces es muy difícil hacer confiar a alguien en una verdad que no es la suya. Qué mayor logro...
Porque supongo que eso es lo único que intento: haceros partícipes de mi verdad, para que ésta sea, quizás, un poco más auténtica. Para no sentir para nada.



Escribo siempre con esa certeza que crea la soledad. Porque nadie está nunca más seguro de sí mismo que cuando se sabe único héroe y víctima de su propia historia. Nadie se siente más que cuando está solo... a pesar de que esté rodeado de gente.





The white lies

A veces, sobre todo en esos días en los que al llegar por la noche a casa, atrapa mi mirada el brillo de centenares de estrellas, creo que sólo confundo el odio con miedo.

Porque no creo que, por mal que me trates, por mucho que sepa que ya no me quieres a tu lado por algún motivo que aún no alcanzo a comprender, y pese a que sepa que quizás nunca vuelvas a quererme, jamás podré odiarte.

Sé que cuando me enfado, es en realidad conmigo contra quien debería cargar. Que tú no tienes la culpa de nada. Que nadie elige lo que siente, nadie elige a quién quiere... Supongo que simplemente, no soy suficiente.

Suficientemente buena, suficientemente guapa. No sonrío lo suficiente, ni ayudo lo suficiente.

{Y ese "quizás", que son mis esperanzas infantiles, mi fe en que algún día vuelvas a abrazarme envuelto en sonrisas, y pueda enterrar mi cara en tu cuello y olvidarme de todo lo demás... Ese "quizás" es el que retumba en mi cabeza. El que por las noches, no me deja dormir}


Una vez un loco me dijo que para ser feliz, sólo tenía que ser yo misma...
...pero yo no sabía que ser feliz doliese tanto.

.

sábado, 9 de junio de 2012

Windows

En verano duermo siempre con la ventana abierta

para dejar pasar a los sueños desgastados.

Los que otros ya no querían.

Los que ahora, por las noches, me guían a mí.



Los sueños viejos me enseñan cosas nuevas.

Hoy me han enseñado a echarte de menos de una manera que no logro comprender...
Y ahora, aunque esté a tu lado, me duele sentirte.


En verano, vuelvo a ser un pez solitario.

Confía en mí:

Aún podemos atrapar las estrellas;
si saltamos alto.

Más alto.

Más.

sábado, 2 de junio de 2012

Los dioses de mentira.

Te deslizaste bajo mis sueños como un pedacito de alma invisible, para quedarte sentado a mi lado, mirándome. Supe que ahí había algo, pero yo nunca he sabido ver lo invisible... Y me marché.

Eché a correr, cuesta arriba, detrás de los cientos de cosas que quería alcanzar, aunque sabía que todas corrían más que yo. Abracé cuerpos y mentes, tratando de encontrar la felicidad entre un montón de gente para quienes yo era lo invisible.

Regué con mis lágrimas el camino, haciéndote resbalar al seguirme, pero a pesar de todo, me alcanzaste.


Y mientras yo miraba, con la vista clavada en el horizonte, cómo todos se marchaban -como había hecho yo, dejando atrás lo invisible, persiguiendo una luz imaginada- tú llegaste junto a mí. Y sin decir nada, te sentaste a mi vera y me secaste más lágrimas. Me susurraste al oído lo poco que todos quienes me abandonaban merecían la pena. Y aunque invisible, te pude ver.

"Inmortal", me susurrabas.

Desde lejos intentabas alcanzarme, y me prometías que jamás dejarías que me volviesen a hacer daño.

Y sin embargo, cuando volvió la luz, tú seguías siendo invisible, inalcanzable.

"Inmortal".

domingo, 27 de mayo de 2012

You know...


La princesa del alcohol barato.

Señora de los callejones oscuros
y dueña de nuestros desencantos.



Hoy, por ti, puedo ser lo que quiera.
Puedo ser lo que tú me pidas.

Caminante sin camino.
Reina del descontrol.

Toda tuya.
Toda mía.

...Tan lejos de cualquiera de los dos.

sábado, 26 de mayo de 2012

C'est un coeur.

Que la tensión se haga patente, y nos empiece a cobrar derechos de autor.
.
.
.

A pesar de todo, sigo siendo yo.

[Contigo o sin ti]

Que eso que late en tu pecho, no es la pasión.

Es sólo un corazón.

Y que lo haga al ritmo del mío

es sólo cuestión de sincronización.



"Bienvenido a mi caos. 
Quedas libre de sumirte en el descontrol".

De cómo mueren las flores y otros secretos de 3ª planta (-VIII)

Un reguero de sangre me hizo elevar la mirada del suelo al sofá. allí, por supuesto, estaba Marlene. Sobre mi horrenda tapicería color marfil, su cuerpo, cubierto apenas por una camiseta ancha, liberaba sangre a borbotones desde una infinidad de heridas, pequeños cortes, que quedaban ocultos a mi vista bajo una cubierta carmín, delatándose sólo por el fluir espeso del líquido.
El creador de tan dantesca escena -y si no creador, llamémoslo ejecutor- permanecía aferrado por su mano derecha. Reconocí el cuchillo con el que, algunos días antes, ella había jugado a deformar reflejos.
Con la otra mano, se sujetaba el muslo, manteniendo la piel tensa para que el corte fuese limpio.


No recuerdo bien qué fue lo que le dije, pero supongo que la situación no me alarmó todo lo que merecía; no recuerdo haber estado nerviosa, ni sentir tensión, sino más bien una turbia confusión.
Su respuesta se entrecortaba al compás de las lágrimas que recorrían su rostro.

"Hay que liberarlo, Eloise. Liberar al mal.
El mal está aquí -se llevó una mano al pecho, quizás señalando su corazón, o quizás al hueco vacío-, y si no dejo que se marche por mis venas, buscará salida en mis palabras.
No puedo dejar que el mal crezca; no..."

Me senté a su lado en el sofá, sin atender a la sangre que lo cubría y que me manchaba ahora a mí, y conseguí retener su mano antes de que finalizase un nuevo corte.

Marlene, el mal no puede ser libre. 
El mal forma parte de nosotros; siempre. Sólo puedes decidir si mostrarlo o mantenerlo oculto a los demás, pero hagas lo que hagas, siempre estará ahí.
El mal es siempre parte de uno mismo; una parte tan real y tan grande como tú y como yo...
...Y nadie puede librarse de sí mismo.

Esta noche, quédate.

Ven...

Bébeme entera, quémate en mí.

Enséñame a dejar de ser, y quema mis ojos en las estrellas.

Ven... Mátame.

Y si no muero de amor, que sea de otra cosa.

Déjame morir de ti.

Ven...

Miente conmigo.

Hagamos creer al mundo que sólo el estar juntos no nos hace sonreír.

Ven... Miénteme.

Dime que me quieres. Que siempre estarás a mi lado.

Vamos a jugar a ser tímidos, a no saber.

Ven...

...Conmigo.

Esta noche, sé mi aneurisma.

Esta noche, quédate.

martes, 15 de mayo de 2012

Asoma la patita...

Eras todo lo que no pudo ser, y fuiste.

Eras el sabor, el olor, que se le prohíbe a la gente como yo. Pero te probé y te desgasté hasta que no pude más. Hasta que no pudimos.

Eras miradas que esconden un mundo, que luego me llevabas de la mano a recorrer.

Todo cuanto nunca debí tener.

No me mereciste,  y no te merecí.

Eras la humedad de las lágrimas sobre mi almohada. El secreto a gritos.

Eras todo. Fuiste nada.

Y ahora eres tú. Y yo soy yo. Y ya no recuerdo que es lo que había cambiado.

Pero por fin me he atrevido a tachar, en el apartado de apellido, el "nosotros".

lunes, 14 de mayo de 2012

Inducción al suicidio en Do Menor.

A veces la felicidad la trae el viento...


La primera vez que la vi, arrastraba, a deshora, su sonrisa por un callejón de extrarradio.


...pero otras veces, hay que arrancársela a la vida a dentelladas.

Toda una dama de los soportales, me dijeron. Una niña con la que sólo un idiota querría jugar. Y por lo que me contaron, la ciudad estaba llena de idiotas.

No sé qué fue lo que vi la primera vez que te vi. Nada bueno, supongo. Para entonces ya había olvidado que puede haber gente buena.

Me tildaron de descreído e insensato. Pero supongo que en el fondo, siempre fui sólo un idiota más.

Sólo sé que poco después de ti, siguiendo tus revueltos pasos, llegaron las tardes interminables, los abrazos y las sonrisas que, sin tú saberlo, me robabas.

Para mí eras la reina de todo cuanto yo ansiaba conocer. El tipo de mujer que cuanto más abajo te arrastra, más logra brillar. La princesa que rompía la tranquilidad bajo las ventanas.

Y yo sólo era una bala perdida que, a su paso, dejaba un reguero de la sangre de quienes se tropezaban conmigo. Y cuanto más profundo era el tropiezo, más sangraban las heridas.


Pero no podía perderte. Te ansiaba, te necesitaba. 

Quería tocarte, pero no podía. Porque si te tocaba, tarde o temprano, la bala se dispararía de nuevo, y era seguro que alguien saldría herido.

Aprendí a bailar tu vals, me dejé guiar por tus pasos y, con el tiempo, encontré una brecha de sinceridad bajo capas de rímel y vestidos ajustados.


A esas alturas ya conocía todas las salas de urgencias de los corazones ebrios. Y me negaba a dejar que un sentimiento de mentiras guiase tu latir.


Te seguí a deshora y con deshonra hasta el fin de la noche que, descubrí, se ocultaba entre tus labios. Que brillaba con tu luz.


Trajiste a mi mundo la luz que me hizo ver a mi alrededor un fuego incendiario. Aquel deseo desesperado de no volver a sentir.


Encontré en tu piel las joyas que como princesa prometías, y las tímidas promesas que hacías como mujer. Y aún más lejos, encontré tus abrazos agitados; tus silencios de niña rota.


Intenté escapar de todo, mientras en silencio tú me atabas a tu mirada con lazos invisibles.


Pero también encontré el secreto de tu melodía silenciosa, que aún cuando estabas a mi lado, te alejaba de mí.


No sé cómo, aprendiste a quererme. De alguna forma que aún no comprendo, lograste ver más allá de mi reflejo en el espejo desgastado que solía vestir.


Quizás fue una estupidez intentar escucharla. Era sólo tu canción. 


Y, por algún motivo, no me importó. Rompiste mi coraza y mis murallas, y jamás me importó... Porque las habías roto tú.


Era aquella, la de la libertad, tu melodía.


Hasta aquel punto de no retorno, que trajo consigo la consciencia, de que debía alejarte de mí.


La que nos llevó a ganarle la batalla al miedo...


Aquel día en el que, al volverme a ver, no supiste sonreír.


...La que hace que, aunque te fueses, aún sigas siendo un poco mía.



domingo, 13 de mayo de 2012

Little wet tears

Intento no ser feliz.

Aunque las voces sobre mis hombros me miren exclamadas. Los "¡Está loca!" y los "¿Por qué le gusta sufrir?" se mezclan como murmullos disonantes en mis oídos al mismo ritmo al que los dejo atrás. 

Intento no ser feliz, porque sé que tarde o temprano, tú desaparecerás. 
Sé que, más temprano que tarde, te cansarás de mí, te aburriré. Y no hace falta que lo niegues, tal y como lo negaron todos cuantos vinieron antes que tú... todos cuantos se acabaron cansando y se marcharon.
Eres todo lo que ahora necesitaba. Un pequeño sueño que ni siquiera me había atrevido a soñar... Y mi cuerpo me pide a gritos dejarme llevar, vivirlo todo y sentirlo todo y, para bien o para mal, que sea contigo.

Pero siempre está esa voz... La voz que no grita, que susurra. La voz que ya lo vivió todo, a la que se le acabaron las lágrimas. La voz amarilla... 
Que me habla del miedo y el dolor. Que me pregunta, constantemente, en qué me convertiré, a qué quedaré reducida, cuando tú veas quién soy.

...A la que nunca sé contestar. 
¿Qué pasará? Cuando toda la felicidad que crees que escondo desaparezca... Cuando la niebla se disipe y consigas ver mi verdadero aspecto. ¿Acaso tú lo has cambiado tanto? Supongo que no. Supongo que sólo verás al monstruo que siempre fui. Y entonces te marcharás, tan rápido como puedas, e intentando no hacer ruido. Porque nadie quiere que un monstruo pueda ver su alma...

¿Y qué me quedará a mi?
Volveré a la niebla, vagando, sin un lugar al que ir. Desmontándome en pedazos por las esquinas. Tal y como hacía antes de que tú aparecieses para guiarme.

Porque a pesar de todo, soy una idiota que se robó a sí misma la posibilidad de elegir. Soy una idiota que no sabe no intentar ser feliz.

domingo, 6 de mayo de 2012

Con un poco de suerte...

¿Que si duele?
Claro que duele. Duele más de lo que puedas imaginar. Duele más de lo que yo nunca pensé que dolería.
Duele hasta cortarte el aliento; hasta desear que se te corte. De una vez y para siempre. Para poder morir en silencio... del mismo modo en que sientes que vives.
Hace que sólo quieras correr hasta el límite del mundo y seguir hacia delante. Quizás para huir de los recuerdos que se clavan en tu cabeza como clavos candentes, o quizás sólo para dejar atrás las lágrimas. Y a la vez hace que todo lo que puedas hacer sea acurrucarte en un rincón, rodeado del olor de lo que ya no es, del olor que te ahoga.
Quizás, ir al mar, donde las lágrimas no se distingan sobre tu rostro. Y quizás, con un poco de suerte, morir cuando el agua llegue a tu alma a través de tus pulmones. Con un poco de suerte...

¿Duele?
Sí, duele.
Duele más de lo que nadie pensaría que puede soportar...
Y a pesar de todo, merece la pena.

domingo, 11 de marzo de 2012

La verdad sobre las mentiras.

Hace unos días, alguien llamó a mi puerta a deshora. Tras abrir sobresaltada, se presentó bajo el seudónimo de "Olvido"; y lo primero que salió de sus labios, fue una disculpa.

Él me habló de todas las cosas que yo creía que ya sabía. Me habló de aquellos que se habían ido y me prohibió volver a llorar. Tomándose demasiadas confianzas, me enseñó entre abrazos a volver a querer a quienes me dejaron atrás. Y poco antes de irse me habló en susurros, bajo una sonrisa, de todos los que vendrán.

He comprendido que no puedo dejar que quienes fueron mi "antes" se conviertan también en un "después", pero también, que el odio es sólo amor incomprendido, y los recuerdos, los únicos que pueden curarlo.

He aprendido que la vida se canjea en sonrisas, aunque no todas valgan igual. Que no merece la pena dormirse abrazada al recuerdo de un sentimiento que no es mío, por mucho que un día lo fuese. Que las ideas bañadas por la luz de la luna son bonitas, pero no dejan de ser una droga, una droga que te emborracha y te hace olvidar las consecuencias.

He comprendido que yo fui la única culpable. Que nadie me obligó a alimentar la esperanza, que fui yo sola quien la desgastó. Que sólo yo decidí perder mi tiempo buscando a la luz de estrellas apagadas, en lugar de intentar hallar el brillo del sol.

Que no se puede perder lo que nunca se ha tenido.

...Debería ser un poco más inteligente si quiero seguir siendo una idiota.

sábado, 28 de enero de 2012

(Des)caos.

"Nunca des todo lo que se espera de ti".

Pero el nombre tallado en piedra llevaba a su oído una melodía; le cantaba que todo había sido una mentira.
La gente llega, colándose por un oído al interior de tu desamueblada cabeza, y casi siempre huyen al poco tiempo. El ser humano no puede convivir con el caos.

Y sólo aquellos que permanecen, quienes nunca encontraron salida de la sección de "Recuerdos y melancolía" -quizás porque no quisieron buscarla-, pueden compartir la locura.
Quienes son capaces de ver el orden que rige el caos.

A pesar de las mentiras, de las lágrimas y del olvido, a pesar del dolor, puede que aún halla algunas personas por las que luchar. Personas que merecen recibir todo lo que puedas dar de ti.
Personas cuyo nombre nunca debería ser tallado en piedra.

jueves, 26 de enero de 2012

Final.

Se le cortó el aliento cuando vio todos aquellos coches de policía rodeando el edificio en el que vivía. No, no podía pensar mal. Seguro que habían robado en algún piso, o había habido algún enfrentamiento poco delicado; ese tipo de cosas no eran raras en los mugrientos bloques de extrarradio como aquel.

La puerta principal estaba acordonada y rodeada por un enjambre de curiosos; no la dejarían entrar. Recordó al instante la pequeña entrada al cuarto de contadores del sótano, que daba al descampado de la izquierda. Por supuesto, allí no había nadie. En menos tiempo de lo que creía posible, estaba en la puerta del apartamento.

Tres días. Tres días; no podía ser.

Se acercó corriendo a la puerta de su apartamento, esquivando a los policías y forenses que, como figuras fantasmagóricas, se desvanecían ante sus ojos.

Frío. De pronto sintió un frío horrible.
El aire se congelaba en sus pulmones y su corazón, helado, dejó de latir.

Él yacía en el suelo del salón, boca abajo, con la cabeza apoyada sobre un charco de sangre casi transparente, y los ojos clavados en ella, bañándola en culpabilidad. Sobre la mesita de café, una Colt 45 descargada.

Las figuras fantasmales lo cubrían todo. Tiraban de ella, intentaban sacarla de allí.

La marca de carmín en la mejilla; el mismo color de sus labios. Y entonces lo supo.
Ella. Había sido ella.

No recordaba haberlo hecho, juraría que era imposible, pero sin embargo, sabía que era así.
Ella lo había matado.


Por supuesto.
¿Quién si no podría haber asesinado a su amigo imaginario?


miércoles, 25 de enero de 2012

Principio.

Aún no la había llamado.

¿Estaría enfadado? No recordaba haber hecho nada que pudiese molestarle, aunque últimamente él no andaba de muy buen humor. Quizás tuviese problemas en el trabajo -aunque nunca le había oído hablar de ello; ni siquiera sabía en qué trabajaba- o puede que ocurriese algo con su familia; recordaba que alguna vez había mencionado a una hermana pequeña...

Pero aún así, podía haberla llamado, aunque sólo fuera para dar una explicación. ¿Cómo podía haberla dejado plantada de esa forma, sin un aviso, sin una llamada?...

Al principio le había odiado, había gritado y llorado de la rabia; se sentía engañada. Deseaba volver a verlo sólo para decirle a gritos lo poco que se merecía a alguien como ella.

Pero ya no. Lo quería demasiado. Habían pasado ya dos días, y seguía sin saber nada de él; lo echaba de menos. No había contestado a ninguna de sus llamadas, ni los mensajes que dejó en su contestador. Empezaba a temer que le hubiera pasado algo.

Porque él la quería, ¿no? Eso decía siempre...
Entonces, ¿por qué iba a abandonarla?

sábado, 21 de enero de 2012

Sombras.

Cinco años llevo vistiendo el luto. Y son tantas las cosas que mueren cada día que incluso cinco me parecen pocos. No hablo de las personas que fallecen, claro está, pues el hombre como organismo vivo en sí es la menos importante de las huellas que dejamos a nuestro paso, aun considerando la maravillosa máquina biológica que nuestros cuerpos representan. La vida es, sin duda, la más destructiva de las creaciones del hombre.

Y es por eso por lo que visto el luto, por todas las cosas que nuestra mera existencia destruye cada día, aunque hayamos sido nosotros mismos quienes, en su momento, las creásemos.

Somos un producto de la locura desatada de la evolución -como tantas otras criaturas lo fueron antes que nosotros. No somos capaces de comprendernos a nosotros mismos, y pese a ello hemos traído a este mundo la comprensión; un desarrollo tecnológico inimaginable, complejidad científica, del pensamiento y emocional. Hemos creado una cantidad de información imposible de recopilar y almacenar íntegramente. Y a pesar de todo, lo que mejor se nos da hacer, lo que más fácil nos resulta, es precisamente destruir nuestros logros. Destruirnos a nosotros mismos.

Y la destrucción del arte que supone la humanidad en sí misma, sólo merece las sombras.


lunes, 16 de enero de 2012

Lo siento.

Hoy voy a ponerme seria.

Desde hace algunos meses, la nieta de mis vecinos está viviendo con ellos, porque su padre apenas se puede hacer cargo de ella (ya que si trabaja menos tiempo, no puede pagar su manutención) y su madre no quiere tener que preocuparse, además de que con ella vive su otra hija (hermanastra de mi vecina), la cual desde pequeña la somete a maltrato constantemente (pegándola, haciéndola actuar como su sirvienta cuando no está su madre, e incluso deseándola la muerte). Bien, esta niña tiene sólo 10 años, y dado que no hay nadie de su edad viviendo cerca, suele venir a mi casa para pasar la tarde conmigo y con mi hermano.
Es una niña muy inteligente, que habla (y muchas veces, piensa) como un adulto. Lee de forma autodidacta, y sus notas son de sobresaliente. Entonces, ¿dónde está el problema?
Resulta que esta niña, imitando a su hermana mayor (a la que, como cualquier niño, admira pese a lo mal que la trate), es en apariencia una 'cani' ('cani', 'pokera', 'choni'... el adjetivo depende de la zona). Intenta vestir como tal, con ropa de su hermana, escucha reggaetón, ya que es lo que se escucha en su casa, y actúa con el "descaro" característico de este... llamémoslo, "grupo".
Por supuesto, esta actitud, forma de vestir y demás, buscan, de base, llamar la atención de su madre, quien atiende más y pasa mucho más tiempo con su hermana. La niña ni siquiera tiene idea de lo que los demás piensan del papel que representa.

Pues bien, hoy, ha llegado a mi casa muy desanimada, y al poco rato, me ha abrazado llorando.
Dejad que os cuente:

Ella va a un colegio de "niñas bien" (para que os hagáis una idea, la mitad de su clase tiene móvil, muchas BlackBerries, y en el recreo no juegan a "papás y mamás", sino a "pijas ricas") y desde hace ya un tiempo, cada vez más, sus compañeras de clase se meten con ella por cómo viste o actúa.
Mi vecina tiene sólo diez años. Y sufre bullying por actuar buscando llamar la atención de su madre. Por actuar como la han enseñado.
Y si no os hubiese contado su historia, probablemente la mitad de vosotros pensaría que "ella se lo ha buscado", porque como es 'choni', se las debería apañar sola; "que sus padres la hubiesen educado".
Por eso no aguanto el pensamiento social colectivo.

TIENE SÓLO DIEZ AÑOS. Una niña de diez años debería estar jugando a las muñecas con sus amigas. Que lo creáis o no, y a pesar de ser todo lo 'cani' que queráis, ES LO QUE REALMENTE LE GUSTA HACER.

Me gusta defender el respeto como herramienta social básica, ¿pero cómo pretendemos que nos respeten los niños a los que hemos enseñado a defenderse con el odio?
NADIE, Y MENOS UN NIÑO, DEBERÍA PASAR POR ESO. Independientemente de cuál sea su raza, su religión o creencias, su clase social... sí, todo eso ya lo sabemos, PERO TAMBIÉN INDEPENDIENTEMENTE DE CUÁLES SEAN SUS GUSTOS O SU APARIENCIA. Y esto, por desgracia, es algo que a la gente se le olvida mucho más a menudo.

Últimamente, la gente se queja de "las generaciones futuras"...
Pues bien, las generaciones futuras, no son más que la herencia de la nuestra.
Estamos recogiendo lo que sembramos, y a mí me parece que hemos sembrado odio de más. Odio, intolerancia y miedo. Y queremos que sobre ese suelo crezcan amabilidad, felicidad y armonía.

Todos preferimos ver la paja en el ojo ajeno, pero ahora que he visto esto, prefiero asumir mi parte de culpa.

Porque algo tenemos que estar haciendo mal para que una niña de sólo diez años vaya con miedo a clase, sólo por su forma de vestir. Para que una niña no quiera ver a las demás, porque se meten con ella por algo que no comprende. Porque hace lo que ella cree que debe hacer.
Son niños, no podemos pedirles que sean más que eso. Pero a nosotros sí.


Porque algo tenemos que estar haciendo mal para que una niña de sólo diez años, venga llorando a contármelo a mi, porque tiene miedo de que en su propia casa se rían de ella.

Lo secreto.

Porque a pesar de todo, las lágrimas me siguen quemando por dentro.

Escudada en una sonrisa que ya ni siquiera parece de verdad, vuelvo a dormirme abrazada a los recuerdos de lo que nunca fue nada, de todo cuanto pudo ser.

Sólo espero verte de nuevo, mañana, cuando buscándote regrese al mar. Buscando mi uno, mi todo.
Cuando las olas rotas me permitan, por fin, dormir para siempre.

Arañando el recuerdo de tu sonrisa; de todas las veces que, por un instante, también fue la mía.

domingo, 15 de enero de 2012

The frontier.

Dar la vida por vivir sólo de un sueño.

Morir cada noche, si por la mañana es tu luz la que me hace levantarme.

Nunca entendiste nada.

Plasmar el alma en trozos viejos de papel. Escribir para que la tinta se gaste al mismo ritmo al que me desgasto yo.

Intentar enseñar un mundo, sólo con una mirada.

Levantar un muro por cada error cometido.

Muros que cada noche, el miedo, consigue derribar.

El miedo a no haber sido más que el origen de otro muro a tu alrededor.

Morir intentando descubrir qué es lo que tu mirada nunca deja ver.

Vivir por no querer creer que ya estoy muerta.

Querer, y no querer creer.





viernes, 13 de enero de 2012

Tal cual.

Vivimos queriendo hacernos creer que si no nos dicen "te quiero" es porque no quieren decirlo, y no porque no nos quieran. Y así nos va.

Desde la orilla.

Me gustaba pensar que tarde o temprano, regresarías. Que el destino me llevaría a tu puerta o que, tal vez, algún día te acordarías de mí y te darías cuenta de que en algún rincón recóndito en tu interior, tú también me habías estado echando de menos.
Sin embargo, las ausencias afiladas fueron rasgando mi piel, poco a poco, hasta romperme por completo.

Huí a refugiarme en el mar, donde todo había empezado, pero allí ya no quedaba nada, y regresé a la orilla dejándome llevar por las olas, que con la resaca arrastraron la sangre invisible. Y a ti.

Se llevaron la culpa y las lágrimas derramadas sobre una almohada tejida con falsas esperanzas.

Y cada noche, cuando golpeo el espejo que olvidó tu reflejo, son tus manos las que sangran, y no las mías.


jueves, 12 de enero de 2012

Parecidos razonables.

Parecidos razonables...
Entre yo y una bala perdida.
Disparada sin cuidado, en cualquier dirección. Volando en busca de algún objetivo al azar.
¿Y cómo quieres que no siga al viento?
Si lo único que me dejaste antes de obligarme a perderme fue un beso grabado en metal.
Si me dejaste en medio de ninguna parte, con promesas de nada.
Y ahora no sé continuar.
...Supongo que este cuento, también acaba mal.

lunes, 9 de enero de 2012

La vida secreta de las mentiras

¿Tan mal se me daba ser yo?

Miró al cielo desde sus ojos azules, del color de quien no sabe llorar. ¿De verdad había algo allí arriba? Nunca lo había creído, pero ahora, era todo lo que la quedaba.
Si de verdad no había nada, ¿por qué seguir adelante?
Había gastado su vida entregando su alma a todo aquel que le mostraba apenas un atisbo de la suya, y con el tiempo, todo había desaparecido. Los grandes amores que nunca fueron tales, aquellos amigos que siempre estarían allí... y ella.

Saber que no puedo culpar a nadie por no quererme; que eso es más de lo que merezco.
Que no vale la pena esforzarse por ser mejor.

Porque parecía que los colores se habían ido tras sus pasos. Los olores se atenuaban al no poder escuchar su respiración.
Se había llevado consigo la parte de mundo que le pertenecía.
Y sólo la había dejado de recuerdo aquella sensación de que su cuerpo estaba vacío.

En realidad lo que me duele es haber aprendido lo que siempre supe y nunca quise creer.

Porque no podía ser verdad que no la fuese a volver a ver.

domingo, 8 de enero de 2012

{Nada}

No es que yo te quiera más que nunca...

{Pero por las noches eres tú quien me espera tras los párpados}.

{Pero cuando todo se viene abajo, es tu mano la que busco para evitar caer}.

Y no es que tú hoy me quieras menos que ayer...

{Pero sabes que sé que no me olvidas por amor a un recuerdo}.

{Pero sabes que yo ya no te puedo salvar}.

Igual es sólo que a los dos se nos ha olvidado cómo se engañaba a la felicidad.

Dolls stuff

Pasaba las horas mirando la calle desde su ventana. Día tras día, decenas de niños salían a correr, a jugar; trepaban torpemente a los árboles del parque, perseguían a los perros callejeros y jugaban a la pelota. Niños grandes y pequeños, de todas las familias y condiciones, niños como él; casi como él.
Cada noche se soñaba a sí mismo, al día siguiente, jugando con los demás; y cada mañana, al despertar, el espacio que debía haber ocupado su pierna izquierda le recordaba que él sólo era casi como todos los demás.
Podría haber salido con ellos, antes solía hacerlo, hasta que se cansó de las miradas descaradas, de los comentarios susurrados. Se cansó de ser siempre el árbitro del partido y el juez de las carreras; de ser quien cuidaba las cosas sentado en algún portal mientras el resto vivía las aventuras que luego le relataban.
Su hermana agradeció que no quisiese salir. Una preocupación menos, sin duda.
Qué poco la aguantaba... Para ella, él sólo era eso: un problema, un incordio. Lo trataba como a un bebé, si no como a una niña, y no esperaba de él más de lo que alguien esperaría de una planta de interior. Y por si fuera poco, por su último cumpleaños, apenas dos días atrás, le había regalado una muñeca de trapo.
La muñeca le miraba con su sonrisa idiota desde la estantería que había frente a su cama, sin culpa de haber sido regalada a un niño, pero con todo el odio clavado en su inerte ser. Cada vez que se enfadaba, que no soportaba más su encierro, a su familia, era aquella estúpida muñeca quien recibía los puñetazos y los mordiscos... Siempre con aquella inconsciente sonrisa, como si sólo pudiese alegrarse por no recibir además, patadas.
Puede que hasta la muñeca estuviese harta -pensó en un alarde de infantil inocencia cuando una noche, antes de irse a dormir, vio que uno de sus bracitos de trapo estaba a punto de desprenderse. No consiguió arreglarlo, nunca se le había dado bien coser, y muy a su pesar, tuvo que aguantar las risas de su hermana cuando le pidió que la remendase.
Sin embargo, cuando despertó a la mañana siguiente, la muñeca estaba en su cama, junto a él, mirándolo con su misma sonrisa idiota de siempre. Y aunque siguió cobrándose la peor parte de sus desilusiones, al menos desde entonces, la muñeca dormía a su lado.
Pero llegó el día en que la muñeca no pudo más, y dejó de sonreír. O quizás fuese que él había matado a golpes todos sus desengaños.
Aunque hay quien asegura que no tuvo nada que ver con eso, sino más bien con una muñeca nueva, una que su hermana dejó a escondidas una noche en su habitación, a bien seguro para reírse de él, pero que no logró el efecto deseado.
Porque quien tiene una muñeca sucia y rota a la que poder culpar cuando todo va mal, nunca elegirá dormir con ella, que le recuerda cada noche lo que quiere ser borrado, sino con la pequeña muñeca nueva, que cada noche lo abraza antes de dormir, para recordarle que ella no puede ser golpeada.