miércoles, 15 de enero de 2014

La muerte, fría y oxidada
¿Cómo moverá esas alas de metal?


Tan sencillo como abrir el gas y echarme en el suelo, a descansar, a dormir. Por fin
Tapar un par de rejillas de ventilación, darle un abrazo a mi perra, escribir una nota que hable de peces.
Y cerrar los ojos. Sonreír.
Ojalá, dándole la mano a alguien tan cansado de la vida como yo. O simplemente alguien con una máscara de gas, que se eche a mi lado y me abrace antes de dormir. 
Un último baile. Con alguien que no llame a la ambulancia después.

Me gustaría no morir completamente sola.